Según los últimos estudios, la obesidad infantil crece en el mundo desarrollado a niveles alarmantes y el patrón se debe a la falta de actividad física.

Los hábitos de conducta cada vez más sedentarios, junto a la mala alimentación, hacen que las probabilidades de que los diagnósticos de obesidad infantil sigan aumentando. Para evitar esta situación lo más recomendable es practicar deporte y es especial la natación.

La práctica de la natación supone para niños y adolescentes una reducción gracias a que conlleva un alto consumo energético y a que requiere la participación de la mayoría de los grupos musculares, haciendo de este deporte uno de los más completos a nivel físico, ayudando a controlar el peso corporal, niveles de colesterol y glucosa en la sangre, lo que ayuda a prevenir que se contraigan posibles enfermedades cardiovasculares a largo plazo.

Además, ayuda a mejorar problemas de ansiedad, síntomas de depresión y favorece la autoestima y los estados de ánimo positivos.

Los adultos que rodean al niño deben tratar de ser modelos de conducta y enseñar a los pequeños hábitos de vida saludables, enseñando a sus hijos la importancia del ejercicio físico y de un modo de vida activo.

 

Fuente: http://www.nadaresvida.es

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